miércoles, 3 de enero de 2018

FELIZ NAVIDAD Y PRÓSPERO AÑO 2018

   Para celebrar el comienzo de este nuevo año me gustaría hacerlo con una mirada hacia nuestros ancianos, sabios y queridos abuelos y abuelas que tanto cariño nos regalan en tan solo una mirada o una caricia y que desgraciadamente muchos viven su soledad en silencio y a la espera de que alguien llame a su puerta.

Por todos ellos.

"Sueño de Navidad"

Desde las seis de la tarde la algarabía, la fiesta y la alegría se habían adueñado de la casa. El timbre de entrada no dejaba de sonar y cada vez llegaban más risas, abrazos y besos. Los pequeños corrían por el largo pasillo cantando villancicos, algunos de los mayores los acompañaban mientras comían turrón, mazapán o cualquier dulce que se ofreciera en una interminable mesa. Los olores de los diferentes platos se mezclaban haciendo hogar. El calor de la Nochebuena se filtraba por los tabiques haciéndome partícipe de la ilusión por la Navidad.
Sentada en una silla desde mi pasillo frío, largo y vacío, sentía la nostalgia de esas fechas tan entrañables. Ya no recordaba cuándo fue la última vez que mis nietos llamaron a mi timbre y corrieron alegres a mis brazos. Hacía años que a mi puerta solo llamaba el cartero, el del seguro de muertos y el repartidor del súper. De vez en cuando algún vecino se asomaba por el patio de luces para preguntarme si en casa se veía bien la tele sin sospechar que hacía años se averió y nadie vino a repararla. Cerré los ojos y soñé estar sentada en ese otro pasillo. Los chiquillos me abrazaban mientras me llamaban “abuelita”, sus padres me ofrecían un dulce junto a una copita de anís. Mi corazón volvía a latir como antes. Pero lo peor de los sueños es despertar. El timbre de mi puerta me hizo salir de aquella ensoñación. Con pasos lentos y cansados fui hacia la entrada. Conforme me iba acercando me preguntaba quién sería. Sabía que el cartero no repartía esa noche, el de los muertos ya había pasado a principios de mes y esa semana no había comprado nada en el supermercado. Mi corazón empezó a latir más fuerte y se me llenaron los ojos de diminutas gotas de esperanza. ¿Sería verdad que a veces los sueños se cumplen?

Mª del Pilar López Gómez


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